sábado, 5 de junio de 2021

La Virgen de Consolación de Jerez de la Frontera

 



LA LEYENDA

La leyenda cuenta que, a mediados del siglo XV, por aguas del Mediterráneo y con rumbo a España navegaba un noble caballero genovés llamado Doménico Adorno. A caer la noche en el golfo de Rosas frente a la costa catalana, se levantó un horrible huracán que desarboló la nave dejándola a la deriva a merced del viento y de enormes olas. Los tripulantes del barco viéndose perdidos en la tempestad se encomendaron a la Virgen María, rogándole les salvara de aquel peligro extremo. Momentos después divisaron en la lejanía un vago resplandor que lentamente se acercaba a ellos. A medida que hacia la embarcación avanza aquella luz la violencia de las olas fue perdiendo fuerza e intensidad. El temporal amaina y pronto pueden distinguir dos luces que suavemente se deslizan por el mar hasta llegar al costado del barco. Entonces echan un bote al agua y, al entrar en contacto con las luces, vieron asombrados una pequeña imagen de la Virgen. Doménico Adorno cogió la imagen entre sus brazos, subió a su nave y, entre aclamaciones de la tripulación, entrega a la Virgen el gobierno del barco y todos se van a descansar. Extenuado, Adorno queda profundamente dormido oyendo en su sueño a la Virgen que le dice: “Llévame a Xerez, al convento de los frailes predicadores que voy para consuelo de los jerezanos”.

Al clarear el día, los marineros despiertan y observan asombrados que en tan pocas horas los vientos y las corrientes habían arrastrado la nave inexplicablemente hasta la desembocadura del Guadalete en Puerto de Menesteo, hoy Puerto de Santa María. Desembarcan, y desde allí la imagen de la Virgen fue conducida a Jerez en una humilde carreta tirada por dos bueyes.


Al llegar a la Ermita de Guía hizo alto el cortejo y Doménico Adorno procedió a colocar la imagen en el altar de su capilla, comunicando a continuación a la ciudad la nueva de la milagrosa visita. Preguntó quienes eran los frailes predicadores y le dijeron que los franciscanos se dedicaban a la predicación. Poco después llegó a la Ermita parte de la comunidad de franciscanos acompañada del Cabildo y numeroso público con la intención de llevarse la imagen al convento franciscano. Cosa que no fue posible ya que de ninguna manera pudieron mover la imagen del lugar donde estaba colocada.

Los dominicos, a los que más tarde llegó la sorprendente noticia, acudieron también a la ermita. Después de orar postrados ante la imagen, fácilmente pudieron trasladarla a la carreta para conducirla a su convento. Pero como los ánimos de la gente no estaban a favor que la Virgen se fuera a Santo Domingo, lo frailes optaron por una sabia solución: dejar a los bueyes que libremente caminasen y fueran donde la voluntad de la Virgen les condujera.

Pasaron por varios templos sin que en ninguno parasen lo bueyes. Pero al llegar a Santo Domingo los animales se detuvieron instintivamente sin que fuese posible que dieran un paso más a pesar de los esfuerzos realizados para conseguirlo. De este modo los padres dominicos recibieron la bendita imagen entre aclamaciones y júbilo del numeroso público que presenciaba la escena. De esta manera la venerada imagen fue colocada en una capilla existente en el mismo lugar en el que se encuentra actualmente.


En el siglo XVI un descendiente de Doménico Adorno, Jácome Adorno, mandó edificar a sus expensas la capilla en la que actualmente se encuentra. Ya que la devoción a esta imagen se difundió rápidamente y gracias a su mediación se conocieron numerosos favores, en especial la curación de enfermos, sequías, epidemias o liberación de cautivos, hechos por los que en el año 1.600 fue votada como co-patrona de Jerez junto a la Virgen de la Merced. Tanto creció la devoción del pueblo jerezano hacia Nuestra Señora de Consolación que pronto hubo de ampliarse la nave del Rosario, la que da a la Alameda Cristina, hasta las dimensiones que actualmente posee, derribándose previamente una qubba almohade allí existente. Posteriormente, en el siglo XVIII, se labró la hermosa fachada renacentista que da ingreso a este ala del templo dominicano.

Dicha capilla se construyó en 1537 a expensas de un noble jerezano llamado Jácome Adorno, siendo realizada por Pedro Fernández de la Zarza, alarife que tan magníficas intervenciones tuvo acerca de la construcción del templo de San Miguel por esa misma época como es su incomparable Capilla del Socorro. El interior de la Capilla de Consolación es un espacio barroco que puede contarse entre los más interesantes de la ciudad. Fue remodelado en los años setenta del siglo XVIII, realizándose el actual retablo para la imagen de la Virgen de Consolación a cargo del gran tallista jerezano Andrés Benítez. En cuanto a la imagen de la Virgen, motivo y eje central de la capilla, es una obra gótica de pequeño tamaño realizada en alabastro en el siglo XV, la cual se muestra sobre un trono de plata del siglo XVIII, tirado por dos bueyes. Un escudo de piedra, blasón de los Adorno, preside la parte superior de fachada de la capilla de Consolación, así como otros dos en cada enjuta del arco de dicha fachada, ello indica inequívocamente el patronazgo de esta familia sobre la capilla.


Cuentan las crónicas que en octubre 1823 durante su estancia en Jerez del Rey Fernando VII y su esposa María Josefa de Sajonia, ambos acudieron al convento de Santo Domingo para orar y oír misa en la capilla de la Virgen del Rosario, teniendo ocasión de ver y admirar la imagen de la Ntra. Sra. de Consolación que, por su pequeño tamaño y belleza, llamó poderosamente la atención de la soberana. Cuentan que la reina la miró y admiró cogiendo en sus manos la imagen con su corona de oro y diamantes, pero que sobre todo le hicieron mucha gracia los bueyes y la carreta de plata sobre la que se asienta.

Una historia, en parte leyenda y en parte realidad, pero lo cierto es que coincide en lo sustancial: Doménico Adorno trajo la sagrada imagen a Jerez desde su Génova natal. Una imagen que llegó a convertirse en un gran foco espiritual para los jerezanos, motivo incluso de peregrinaciones venidas de lugares alejados. Como decía en cierta ocasión nuestro buen amigo Eduardo Velo, una historia que habría que hacer revivir para todos aquellos que buscan consuelo en sus aflicciones, para que las nuevas generaciones no olviden que en Jerez existe una Virgen pequeñita pero con una devoción histórica muy grande.


Prueba de la gran devoción que en tiempos tuvo, es la gran cantidad de cuadros y simulacros que aun a día de hoy se siguen descubriendo de esta entrañable devoción, muchos fuera de nuestras fronteras.

Como muestra esta imagen réplica a escala mayor de la Virgen de consolación realizada en alabastro, y policromada a mal criterio (pues no es fiel a la original), en la década 2000. En la Parroquia de Santa Cruz, Catedral Vieja de la ciudad de Cádiz.




CONSOLATRIX AFLICTORUM - ORA PRO NOBIS





viernes, 5 de febrero de 2016

LA MISERICORDIA DE SAVONA.





Las apariciones en Savona nos muestran a María, la dulce y tierna MADRE DE MISERICORDIA, velando, protegiendo, defendiendo, animando a sus hijos y prodigándoles gracias y bendiciones en éste, como en todos los lugares privilegiados, por Ella escogidos, para construirlos sede de sus celestiales favores.


Las dos apariciones de María


Primera Aparición

Así, el 18 de marzo de 1536, en el valle de San Bernardo, a orillas del arroyuelo Letimbro, se aparece a un sencillo labrador, Antonio Botta, que bajaba muy de mañana, a lavarse las manos. ESTE se vio rodeado de un resplandor extraordinario, venido del cielo.

Refiere el afortunado vidente:

Oí una voz que, de en medio del resplandor, me decía:

- ¡Ea! levántate y no temas, pues Yo soy la Virgen María.

Levantándome -prosigue- me pareció ver en aquel resplandor, pero siempre confusamente, a una señora, que me dijo estas palabras:

- Ve a tu confesor y dile que anuncie al pueblo, en la Iglesia, que ayune por tres sábados y que haga por tres días la procesión en honor de Dios y de su Madre; tú luego te confesarás y comulgarás, y el cuarto sábado volverás a este lugar.

Y, mientras esto decía, oí por la carretera pública a unos arrieros que pasaban. Temiendo que me viesen, quise esconderme, mas Ella me dijo:

- No temas, pues no nos podrán ver.

Y dichas estas palabras, desapareció la figura juntamente con el resplandor.

El piadoso Antonio se apresuró a presentarse a su Párroco, en la Iglesia de San Bernardo, y le narró con lágrimas el prodigioso acontecimiento.

Fue tan sincera su exposición, que el Párroco no titubeó y de inmediato se dirigió a Savona para informar a los Superiores Eclesiásticos. Aquel mismo día fue llamado Antonio, y su simplicidad hizo que el hecho se aceptara COMO verdadero.



Segunda Aparición

Llegó el cuarto sábado - 8 de abril - y, obediente a la orden de la SANTÍSIMA VIRGEN, Antonio se dirigió al lugar designado por Ella.

Así nos dice el protagonista.

Habiendo vuelto el cuarto sábado al mismo lugar, y rezando de rodillas mis oraciones, he aquí que repentinamente bajó del cielo un resplandor, aún mayor que la primera vez, y se posó sobre una piedra que se hallaba a la orilla, y me rodeó de tal modo que me impidió ver, no sólo los montes, sino también los árboles más cercanos. Claramente vi en el resplandor a una Señora con vestidura y manto blancos y con una corona de oro en la cabeza.

Bajando y extendiendo las manos me habló así:

- Ve a los de Savona, quienes, para asegurarse acerca de las cosas que Yo te mandé decir el otro día, te enviaron a preguntarme, y diles: que anuncien al pueblo que ayune tres sábados, y que hagan por tres días la procesión todos los Religiosos y casas de Disciplinantes: y -a ellos- se les recomiende la disciplina, especialmente el día Viernes Santo. Porque si no fuera por aquellas pocas oraciones y buenas obras que practican las cofradías y otros siervos de Dios, sería el mundo mucho más atribulado de lo que es; y exhorten a todo el pueblo a enmendarse de su mala vida, porque mi Divino Hijo está hoy muy enojado con el mundo por las muchas iniquidades que al presente reinan en él: y si esto no hicieren, su vida será corta.

Entonces yo le respondí:

Si no me dais alguna señal, no me creerán.

Y Ella me dijo:

- Yo les di tal señal interior, aquella tarde en que fuiste llamado delante de ellos, que creerán sin necesidad de otra.

Enseguida añadió:

- Tú seguirás, después, tu vida. Y Yo inspiraré a muchos lo que deberán hacer...

Y acabando de decir esto, levantó las manos y los ojos al cielo, dio tres veces la bendición sobre el arroyuelo, repitiendo siempre:

- MISERICORDIA Y NO JUSTICIA.

Luego desapareció y quedó en aquel lugar, por mucho tiempo, una suave fragancia.



HOMENAJE DE AMOR



El 21 de Abril de 1536, trece días después de la segunda aparición, se promulgó el decreto de erección, de un oratorio, en el lugar donde se manifestó la Virgen; y a menos de un mes, fue inaugurado.

Pero el incremento de la devoción a María hizo que sus hijos quisieran dedicarle un suntuoso templo, cuya construcción comenzó el 11 de junio del mismo año.

Simultáneamente, vecino al Santuario, se construyó un Hogar para acoger a pobres y enfermos que iban a implorar el patrocinio de la Virgen.

Estas construcciones se realizaron en poco más de cuatro años, y luego se emprendió la dificultosa tarea de abrir un camino espacioso que llevara al Santuario, desde la ciudad de Savona.

La piedad de los savoneses hizo todo posible, además de una plaza ante el Santuario y nueve capillitas distribuidas, de trecho en trecho, para confortar a los fieles que peregrinaban, para visitar a la Madre.



LA MADRE DE LA MISERICORDIA Y LOS PAPAS



Los Sumos Pontífices concedieron, en el transcurso de los siglos, privilegios al Santuario de la Madre de Misericordia. El primero en visitarlo fue Su Santidad Paulo III, en 1538.

En 1809, Su Santidad Pío VII llegó a Savona, en calidad de prisionero de Napoleón Bonaparte. El pueblo pidió al Papa que coronase a la sagrada Imagen, que había sido despojada impíamente de la corona y demás dones con que sus hijos la habían adornado.

El 10 de mayo de 1815, ya libre de su cautiverio, Pío VII cumplió su promesa: hizo la solemne coronación de María Santísima de la Misericordia, en el Camarín del Santuario.





La Hermandad gaditana se funda en la segunda mitad del S.XVIII en el Convento de Nuestra Señora del Carmen, poco después de que este abriera sus puertas en 1743, allí la colonia genovesa afincada en la ciudad de Cádiz, fundó está noble Hermandad evocando a la primitiva como Compañía Espiritual del Santo Rosario, casi simultanemente se trasladan de sede la Archicofradía del Carmen y esta Hermandad de la Misericordia, pues el 23 de Marzo de 1761, la Virgen del Carmen es trasladada con su Cofradía desde Santo Domingo donde se funda y tiene su sede desde 1737, hasta el Convento de los Carmelitas donde se entroniza su imagen titular ocupando el Camarín del Altar Mayor.
Así mismo el 2 de octubre de 1762, habiendo ya la Hermandad de la Misericordia, labrado a su costa el impresionante retablo marmóreo del crucero del Convento Dominicano, traslada allí a la Imagen de la Virgen junto con el venerable Antonio Botta, en solemne procesión del Rosario.

Allí se venera gozando de gran devoción y teniendo entre sus enseres hermosas prendas en su ajuar y para su culto, muchas preseas de las cuales se perdieron tras los desastres de la guerra y debido a la decandencia que ya arrastraba esta hermandad, la familia de origen genovés que entonces la cuidaba (cuentan que se llevó lo que quedaba de Ella) y dejó en el templo al Venerabe Antonio Botta.


Es una célebre noticia que el Superior de los Dominicos de Cádiz, Fray Pascual Saturio, haya tenido a bien elegir precisamente este año de la Misericordia para devolver a Cádiz y a su historia religiosa esta entrañable advocación, con una preciosa imagen de la Virgen de escuela montañesina que por regalo del destino, tiene un parecido inmenso con la desaparecida. Pronto veremos de nuevo esa escena de la aparición en el altar que se levantó en honor y gloria de la Virgen de la Misericordia, la devoción genovesa-gaditana que como tantas se borraron misteriosas en el tiempo y que hoy la piedad del pueblo gaditano recupera para su historia y gracia.

SALVE REGINA - MATER MISERICORDIAE

Luis Manuel Real Guerrero